"Necesitamos políticas que no intenten arreglar a las mujeres, sino arreglar el mundo"

  • Publicado el: Vie, 25/04/2025 - 14:46
En el marco del IV Congreso Políticas para la Igualdad Estado Presente, que se desarrolla en la UNLu, se realizó hoy por la mañana el panel de debate “Hacia la democratización de la economía, el trabajo y la producción en la era de la IA: la construcción de un futuro igualitario”. 

El panel estuvo conformado por Valeria Esquivel, funcionaria de la OIT en Políticas de Empleo y Género; Deolinda Carrizo, referente del Movimiento Campesino de Santiago del Estero y del Movimiento Nacional Campesino Indígena; Jackie Flores, subsecretaria de Residuos Sólidos Urbanos y Economía Circular del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y Candelaria Botto, economista especialista en economía feminista y comunicación económica. Por su parte, Silvina Batakis, ministra de Hábitat y Desarrollo Urbano de la PBA, ofició de moderadora.

La primera ponencia estuvo a cargo de Carrizo, quien destacó el valor de lo colectivo y los lazos comunitarios, que, según afirmó es lo que el sistema neoliberal "insiste en seguir rompiendo". “Cuando quieren romper las raíces, es para secar el árbol que ha dado muchos frutos. Si esa raíz se muere viene el descampado, el desmonte, la pérdida de muchos saberes, sabores que siguen estando en los territorios y que mantenemos las mujeres que estamos trabajando la tierra”, sentenció. Asimismo, señaló la necesidad de acabar con las brechas de desigualdad en la ruralidad y de llevar adelante una reforma agraria popular y feminista  que haga frente al “proyecto de extractivismo y saqueo que lleva adelante la derecha”. 

A su turno, Valeria Esquivel trazó un panorama contundente sobre las desigualdades estructurales del mercado laboral argentino. “Las mujeres estamos menos en el mercado de trabajo”, afirmó, señalando que, aunque la tasa de ocupación se ha recuperado desde la pandemia, la brecha entre varones y mujeres persiste. Con datos actualizados de 2024, destacó que más de cuatro de cada diez personas trabajan en la informalidad en Argentina, lo que implica falta de acceso a derechos laborales y a seguridad social. Según Esquivel, esta informalidad “es hija de dos fenómenos”: por un lado, “la desigualdad estructural, porque el aparato productivo no genera los puestos de trabajo decentes que debería generar para todas las personas”, y por otro, “la desigualdad entre hogares y familias”, que se refleja en la concentración de trabajo informal en sectores como el empleo doméstico, el textil y la construcción.

A partir de una cita de Sylvia Chant y Caroline Sweetman: “¿Arreglar a las mujeres o arreglar el mundo?”, Esquivel explicó: “Escuchamos, típicamente, políticas que nos dicen que hay que arreglar a las mujeres: porque les falta educación, acceso a financiamiento, etc. Ciertamente necesitamos todo eso, pero también necesitamos una economía que genere los puestos de trabajo a los que van a acceder esas mujeres”. Para ella, las políticas centradas solo en la oferta laboral —las que buscan “arreglar a las mujeres”— no alcanzan si no se acompañan de políticas que transformen la estructura misma del mercado. “Las grandes políticas de empleo, las políticas de demanda, son las que necesitamos recuperar con perspectiva de género: políticas fiscales, monetarias, crediticias, sectoriales, inversiones en servicios de cuidado. Todo eso es parte de ‘arreglar el mundo’”. 

Por su parte, Candelaria Botto ofreció una ponencia sobre los aportes de la economía feminista frente a un mundo en transformación, atravesado por múltiples crisis. Desde la recesión económica que se profundiza desde 2024 hasta el deterioro del poder adquisitivo, la creciente carga de la deuda externa y el vaciamiento de políticas públicas vinculados a los cuidados, Botto propuso una lectura integral de una coyuntura marcada por la fragilidad social, la desigualdad estructural y un modelo de ajuste encabezado por Milei y Caputo, que pone en riesgo la sostenibilidad misma de la vida.

En un contexto donde los feminismos y los progresismos son señalados como enemigos por el poder político, Botto planteó la urgencia de reorientar las prioridades del sistema: “poner la vida en el centro” como acto radical frente a una lógica que celebra el individualismo y la exclusión.

Desde la economía feminista, se propone una alternativa basada en lo comunitario, en el reconocimiento de los trabajos de cuidado, históricamente invisibilizados, y en la defensa de derechos esenciales como la salud, la educación, el trabajo y la vivienda. Lejos de ser una consigna abstracta, esta perspectiva constituye una respuesta concreta frente a un modelo que, en nombre del ajuste, socava las condiciones materiales de existencia de millones, y en particular de las mujeres y disidencias. 

Para cerrar el panel, tomó la palabra Jackie Flores, quien destacó el rol fundamental del ambientalismo popular en la lucha por una sociedad más justa y sustentable. “Es mentira que cuando el Estado se retira llega la felicidad”, sostuvo, cuestionando de raíz el discurso del ajuste y la desresponsabilización estatal. En su discurso, subrayó la necesidad de reeducar a la sociedad sobre el consumo y la cultura del descarte, visibilizando la labor cotidiana de las trabajadoras cartoneras como eje de una economía circular real, y no como un recurso de marketing verde.

Flores reivindicó las conquistas logradas por el movimiento cartonero en articulación con políticas públicas, como la creación del primer Ministerio de Ambiente de la provincia de Buenos Aires y la decisión política del gobernador Kicillof de nombrar a una cartonera como subsecretaria de Residuos Sólidos Urbanos. “La política pública de los cartoneros no la puede venir a discutir otro.  Si alguien va a hablar de reciclado, de basura, de recursos, tenemos que ser nosotros”, afirmó con orgullo.