“Recolectar hongos es como buscar unicornios”
Extensionistas de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) llevan adelante un proyecto denominado “Los hongos del Delta no crecen aislados”. Se proponen ampliar el conocimiento del reino fungi desde la ecología, la biología, su función ecosistémica, y también como alimento o medicina.
El grupo, conformado por estudiantes de diferentes carreras como Ciencias Biológicas o Información Ambiental, es dirigido por la bióloga Constanza Ranieri, docente de la UNLu e integrante del INEDES (Instituto de doble dependencia UNLu-CONICET), y por Martín Diano, especialista del INTA Delta Frontal.
“Los hongos me gustaron desde siempre, el primer registro que tengo es de mi infancia, de comer champiñones, no es muy habitual que un niño o niña coma hongos pero siempre me parecieron algo distinto y diferente a todo”, contó Ranieri.
“Ya en la Universidad empecé a conocer más sobre el reino y me volvió loca, porque se los pensaba plantas y en realidad si los miramos evolutivamente son más parecidos a los animales”, explicó y graficó: “Un champiñón y un león no se parecen en nada, pero a nivel celular, a nivel molecular, tienen muchas cosas en común”.
“Tienen una variedad de estructuras que son geniales, algunas duran unas pocas horas, con el sol del mediodía se derriten y queda una mancha negra”, indicó y señaló que también hay “hongos grandes, que los podemos tocar, los podemos oler, u hongos microscópicos como las levaduras”.
Entrevistada en el Ecoparque de San Fernando, la investigadora confió que “recolectar hongos es como buscar unicornios, no desde lo mágico, sino que tal vez recorremos el mismo lugar mil veces y no vemos nada, y un día aparecen, o se dejan ver”.
“Solamente en esta reserva hay una gran variedad de hongos, en un trabajo previo que hicimos en 2016 encontramos alrededor de 40 especies, la mayoría nativas”, contó Ranieri y amplió: “El Ecoparque tiene mucha conexión con el río, que trae un montón de plantas, de animales, y también de esporas”.
“Encontramos el límite sur de distribución de muchas especies de hongos, que tal vez aparecen más en el norte, que en Misiones o en la Mesopotamia son más comunes, y es como que hasta acá llegaron”, precisó.
Por su parte, Diano informó que desde el INTA trabajan desde hace más de 10 años en extensión y en la producción de hongos comestibles y medicinales. “Lo hacemos en vínculo con varios grupos de productores y organismos como el Centro de Formación Profesional 402”, subrayó.
“En este proyecto con la UNLu encontramos esa sinergia entre lo que es la producción tanto para autoconsumo como para emprendimientos de comercialización y la identificación de hongos y cuáles son sus funciones ecológicas”, comentó.
“La vinculación entre los distintos organismos y que cada uno pueda aportar desde su lugar a armar una propuesta más integral nos parece lo más rico de esta iniciativa”, consideró Diano y valoró la posibilidad de “llegar a las familias, a organizaciones, y a distintos espacios formativos”.









