Presentaron el libro “Yo nena, yo princesa” en la UNLu
En el Auditorio “Dardo Dorronzoro”, la autora fue presentada al numeroso público presente por la trabajadora social Emilia Otero y la psicóloga Josefina Freyre, del Departamento de Servicios Sociales de la UNLu, quienes explicaron que la actividad se desarrollaba en el marco de un proyecto en el que trabajan desde principios de año.
Luego, durante una hora y media Mansilla contó su compleja y dura experiencia desde el nacimiento de sus hijos mellizos, “varones para la ciencia”, la identificación de “Manuel” con lo femenino, el reconocimiento de las instituciones, la entrega del DNI, y su campaña actual “por una infancia trans sin violencia ni discriminación”.
“Estamos acá para romper con la lógica binaria y el deber ser, para pensar desde la diversidad porque a veces la teoría no alcanza ante el sufrimiento de un ser humano, puedo contar en primera persona lo que transitamos con Luana y todos los palos en la rueda que nos pusieron las instituciones”, indicó.
Mansilla contó de su “egoísmo por amor” ante sus hijos a quienes pensaba como “sujetos de mis deseos y no sujetos de derecho”. Relató que desde muy pequeño su hijo mostró disconformidad con el género, tenía problemas con el sueño y sufría pérdida de cabello. Que esto motivó consultas con neurólogos, dermatólogos y estudios específicos. Y que “Manuel” cuando pudo articular una palabra dijo “yo, nena”.
La autora recordó el “método correctivo de reafirmación de su identidad masculina” recomendado por psicólogos, las prohibiciones a las películas “de princesas” y a la ropa de mujer. Hasta la violencia doméstica que el tratamiento avalaba.
“Empezó a disimular, a esconderse, a tenernos miedo, queríamos hacer el bien pero tendríamos que haberlo escuchado”, explicó Mansilla y señaló que, ya en el jardín de infantes, “Manuel” elegía formarse en la fila de las nenas y llegó a autolesionarse: “Se mordía los brazos, estaba cada vez peor”, contó.
Entonces, Mansilla pudo acceder a un documental sobre Josie Romero, una niña trans estadounidense, en el que escuchó por primera vez la palabra “transgénero”. Entonces, ante la niña dormida “le pedí perdón y le prometí que si quería ser princesa, yo la iba a ayudar a ser la princesa más hermosa del mundo”.
“A los cuatro años me dijo soy una nena y me llamo Luana; su valentía me desarmó y me volvió a armar; no tiene el cuerpo equivocado, tiene el cuerpo de una niña transgénero”, subrayó Mansilla. Por entonces, la autora se contactó con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), organización de la que recibió asistencia y asesoramiento.
Incluso, profesionales de la CHA se entrevistaron con autoridades del jardín de infantes para que se respetase la Ley de Identidad de Género, cuyo proyecto ya había recibido media sanción. “Era Luana en casa y Manuel en el jardín, le estábamos pidiendo demasiado a una criatura, compramos pelucas de cotillón y vestidos de princesa para calmar su angustia, estaba en riesgo físico y psíquico por la presión social”, contó Mansilla.
Luana tenía cinco años, sufría asma bronquial y su documento de varón también dificultaba la atención de su salud: “Llegábamos a situaciones de violencia mientras la nena se ahogaba”. El papá se mudó, dejó de pagar la cuota, y en el jardín le advirtieron que al año siguiente no tendría vacante. “¿Y mi DNI?”, preguntaba Luana.
“Sufrimos mucho hasta que se aprobó la Ley 26.743 y la presidenta Cristina Fernández entregó en mano su nuevo DNI a personas trans”, dijo Mansilla y recordó que cuando Luana cumplió 6 años le escribió una carta a la entonces primera mandataria.
En los medios, Mansilla era “la mamá loca que disfraza al nene de mujer”. “Me diagnosticaban esquizofrenia por televisión”, lamentó. Pero el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) apoyó su pedido y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia emitió un dictamen favorable al reclamo.
El 9 de octubre de 2013, Luana recibió su Documento y nuevo Certificado de Nacimiento de manos del entonces jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia, Alberto Pérez. “Recordé mi promesa, no es la princesa más linda del mundo, pero el mundo se dio vuelta para escuchar su deseo”, contó Mansilla.
La historia “era para escribir un libro y yo había escrito un diario desde 2011”, explicó y destacó que “Yo nena, yo princesa” -editado por la Universidad de General Sarmiento- fue declarado de interés cultural por el Senado de la Nación y de lectura obligatoria en institutos de formación docente.
Pero para Mansilla, “con el libro no alcanza”. Por eso decidió hacer una campaña y convocar a la sociedad entera para visibilizar la situación de los niños trans. Proyecta una importante actividad para octubre, cuando se cumplan tres años del día en que Luana recibió su DNI.
El 9 de octubre de 2013 Luana recibió su Documento y nuevo Certificado de Nacimiento